La deshidratación es una pérdida excesiva del líquido corporal. Entenderla, por tanto, te ayudará a prevenirla.
En el caso de bebés y niños pequeños, ¿cuáles son los síntomas que te permitirán identificarla? ¿Y cómo tratarla llegado el caso?
La respuesta a todas estas preguntas, a continuación. Y, para finalizar el artículo, un consejo para que puedas prevenir la deshidratación.
Índice de contenidos
Entendiendo Mejor la Deshidratación
El agua es el principal componente del cuerpo humano.
Cuando nacemos, el agua supone alrededor del 75% de nuestra masa corporal. El 75%, algo realmente increíble!!!
Al hacernos adultos, el agua pasa a suponer el 65% de nuestro cuerpo.
Se entiende fácilmente la necesidad del ser humano de permanecer hidratado y beber agua con frecuencia.
Para que nuestro cuerpo funcione correctamente, necesita un cierto volumen de líquido corporal. Es normal que perdamos líquido en la actividad diaria: sudando cuando hace calor o hacemos deporte, en forma de lágrimas, de orina, etc.
La deshidratación, sin embargo, se produce cuando la pérdida de líquidos es excesiva. Por ejemplo, ante episodios de diarrea o vómitos.
Incluso, también puede darse en casos en los que se beba poco líquido. Por ejemplo, ante la falta de apetito por enfermedad, náuseas, etc.
En el caso de bebés y niños pequeños, la deshidratación suele darse por una combinación de ambas causas: pérdida excesiva de líquido e ingesta pobre. Por ejemplo, en casos de gastroenteritis aguda (con vómitos y diarrea) o fiebres agudas.
Para que te hagas una idea, a continuación unas cifras del volumen de líquidos que se puede perder según el tipo de deshidratación:
- Deshidratación leve. Se produce una pérdida de líquidos de hasta el 5% del peso corporal.
- Deshidratación moderada. La pérdida es del 5 al 10% del peso corporal.
- Deshidratación grave. Cuando la pérdida de líquidos es mayor al 10% del peso corporal.
La deshidratación grave puede llegar a ser letal.
Síntomas de un Bebé/Niño con Deshidratación
Ya entiendes mejor cómo se produce la deshidratación.
Ahora, unas pistas de lo que te puedes encontrar si tu bebé o pequeño está deshidratado. Préstales atención, sobre todo en épocas de calor:
- La cara está algo pálida.
- Las mejillas y los ojos están hundidos.
- La fontanela del bebé está algo hundida.
- Decaimiento. El pequeño está sin ganas, débil, apático.
- Presenta una sed intensa que no se aplaca bebiendo.
- Lengua seca o pegajosa, al igual que el interior de la boca.
- Pérdida de elasticidad de la piel. Prueba a pellizcar suavemente. Si la piel tarda más de lo habitual en recuperar su posición normal, estás ante un síntoma de deshidratación.
- Vómitos, diarreas, excesiva orina o sudoración.
¿Cómo Tratar la Deshidratación llegado el caso?
El cómo tratar la deshidratación varía dependiendo de su gravedad.
- En el caso de la deshidratación leve, beber líquidos suele ser suficiente para tratarla.
- En el caso de una deshidratación moderada, pueden llegar a ser necesarios líquidos intravenosos. La clave es detectarla a tiempo y comenzar con la ingesta de líquidos cuanto antes.
- Una deshidratación grave, por el contrario, es una emergencia médica. Debes ir al hospital de inmediato.
En el caso concreto de los bebés, los zumos de fruta no son adecuados para combatir la deshidratación.
Y, en cuanto las soluciones orales de venta en farmacias, mejor consultar al pediatra para que te recomiende la más adecuada.
Consejo para Prevenir la Deshidratación
Como ves, la deshidratación puede llegar a ser un problema serio.
El mejor consejo, la prevención.
Hay que beber, aún cuando no se tenga la sensación de sed. Y si se están perdiendo líquidos (por hacer deporte, por excesivo calor, etc.), hay que prestar todavía más atención.
Los niños no suelen acordarse de beber hasta que tienen una gran sensación de sed.
Somos los padres los que tenemos que inculcarles el hábito de beber, aún cuando ellos no lo consideren necesario.
Y a los bebés hay que ofrecerles el biberón con agua con frecuencia.