El embarazo es un largo proceso que necesita de monitorización periódica para asegurarse que se está desarrollando de manera adecuada.
Dentro de los controles que se realizan al final del embarazo se encuentran los registros.
Concretamente, se realizan a partir de la semana 37 y su objetivo es el de monitorizar el bienestar general del feto.
Son sesiones de 30 a 45 minutos de duración y en ellas se realizan diversas pruebas.
Normalmente son citas programadas a las 37 y 39 semanas y, dependiendo del profesional que atienda y del estado concreto de la embarazada, pudieran realizarse algunos más.
Bandas Abdominales para Registrar el Bienestar General del Feto
Durante los registros se utilizan unas bandas abdominales que, como su nombre indica, se ajustan en la tripita de la embarazada y permiten monitorizar el latido fetal, la intensidad de las contracciones y una serie de parámetros que indican el bienestar general del feto.
También puede realizarse una monitorización interna, introduciendo un sensor por la vagina y colocándolo en la cabeza del futuro bebé.
Además, el personal médico aprovechará la visita para tomar la tensión y comprobar que está en los niveles correctos, así como realizar una serie de preguntas destinadas al conocimiento de tu historial médico.
Muestras y analíticas
En los registros también se aprovecha para recoger muestras procedentes de vagina y ano en busca de una variedad de estreptococo (en concreto, el estreptococo de grupo B, en siglas EGB o GBS) que puede causar neumonía y meningitis a los recién nacidos, así como para realizar una exploración o tacto vaginal.
Finalmente, tendrás que firmar el «documento de consentimiento informado par asistencia al parto» y recoger el volante para realizarse las analíticas correspondientes, para evaluar parámetros como la coagulación de la sangre o la tolerancia a la anestesia epidural.
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