Una pareja de amigos tienen como deporte la discusión, incluso parece que les divierte. De hecho, estoy seguro que si pasan más de 5 días sin discutir, discutirían de por qué llevan tanto tiempo sin reñir. Aún así, uno de ellos me comentó que, cuando tuvieron a su primera hija, la cantidad y frecuencia de las discusiones creció de manera alarmante. A mí, sinceramente, me costaba creerlo.
Sin embargo, no podía haber estado más acertado. Y es que, desde que nació nuestro peque, no pasa un día sin que tengamos una discusión. Será más o menos pequeña, más o menos importante, más o menos seria…pero ahí está. Y eso que yo siempre he sido una persona muy esquiva con las discusiones; no me gusta discutir. Me considero una persona flexible, y prefiero ceder en ciertas cosas que discutirlas. Salvo que sea algo importante: entonces intento ser la persona más convincente del mundo.
La realidad es que, aunque tener un hijo es la cosa más bonita del mundo, supone introducir un elemento extraño en una relación de pareja con una rutina más o menos establecida. Hasta la llegada del pequeño, cada uno hace las cosas a su manera y, normalmente, no interfiere en la vida del otro (alguno/a se está echando una carcajada en este momento, pero supongamos que esto es así).
Puesto que un bebé depende de sus padres por completo, son éstos los que tienen que hacer las cosas por él. Pero claro, no las hacen para sí mismos, sino para el niño. Y, curiosamente, el niño es la persona más importante del mundo…para los dos. Eso quiere decir que cada uno intentará hacer las cosas a su manera, porque piensan que es la mejor. Y en este caso, es difícil que el otro ceda, puesto que afecta a su ser más querido. Conclusión…discusión inminente!!!
Siempre se ha dicho que «tres son multitud«, y ahora lo estamos comprobando. Sin embargo, y siendo positivos, no debemos olvidar que ésta es una situación temporal. Es un cambio al que hay que adaptarse, como cualquier otro en la vida. Muchas parejas olvidan esto, y las cosas acaban peor que empiezan. Simplemente hay que ser pacientes y esperar que todo acabe por estabilizarse.
Y no olvidemos que, por mucho que nos cueste admitirlo, al final del camino los hijos emprenden el suyo y únicamente nos queda nuestra pareja, aquella que nosotros hemos elegido.
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A mi me dice eso y le abandono, no solo porque no demuestra interés por el bebé, tampoco lo hace por tu bienestar. Pero cada uno lo suyo.
soy una mujer feliz con mi bebe de 11 meses lo amo . su papa desde que nacio el bebe quiere solo la calle dice que yo lo chantajeo con el bebe por que le digo que se quede en casa compartamos mas.
quiere que yo me quede con el bebe en casa y el sale con sus amigos.
que triste
Hola Rosa,
Tu actitud no es, para nada, egoista. Tener un hijo es lo más maravilloso del mundo, y tu pareja debería sentir lo mismo y querer compartirlo contigo. Intenta hacerle ver que en la vida se puede tener todo, puede salir con sus amigos unos días, y estar con su hijo/a y su mamá otros. Tiene que intentar disfrutar de todo lo que ofrece la vida: sus amigos, su bebé, su mujer….
Suerte.
Me alegra muchísimo de que podamos seguirte de nuevo en éste blog y me alegra aún más que vayáis a ser papás de nuevo. Os deseo lo mejor y que seáis una familia feliz.
Como futuro cuñado,como amigo y de todo corazón.
¡¡¡ FELICIDADES !!!!
Mi querido cuñado. Muchas gracias, no sabes lo feliz que me hace leer tu comentario.